jueves, 24 de noviembre de 2016

Dos mujeres se plantan con sus pertenencias en la sede del gobierno municipal de Playa


Su vivienda se desplomó y demandan una nueva
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LA HABANA, Cuba.- Mirurgia Eulalia Cobas Michel y su madre, Milagro Michel Noble, se plantaron en la tarde de este martes con todas sus pertenencias en el patio de la sede municipal del Gobierno del capitalino municipio Playa,  para exigir que le otorgaran una vivienda pues la suya se desplomó hace un mes atrás.
Las dos mujeres, acompañadas de algunos vecinos, llegaron al lugar con un camión cargado con todas sus posesiones y las descargaron en el patio del inmueble, donde se sentaron a la espera de una solución para su problema.
En poco tiempo se personaron en el lugar los principales dirigentes del territorio y altos oficiales de la Policía Nacional Revolucionaria que acordonaron la zona con patrullas para impedir el acceso a los plantados y la captura de fotografías.
Según informó bajo condición de anonimato un vecino, la casa de Mirurgia y Milagro, ubicada en calle 72 entre 21 y 23, se derrumbó hace más de un mes y las autoridades de la vivienda no han hecho nada al respecto.
“Yo le dije que de esta forma era como único iban a resolver. Llevan varios meses durmiendo en el piso de la sala de una vecina que las recogió, y si no hacen esto, no van a resolverles su problema”, indicó el vecino.
Las afectadas habían solicitado en varias ocasiones al Estado un subsidio de materiales de construcción   para reparar su vivienda, pero les fue negado por no tener certificado de propiedad de la casa, ya que el inmueble es usufructo gratuito.
Lee Navarrete, otra vecina, dijo a CubaNet, que ella las alojó en su vivienda todo el tiempo que pudo, pero que no podía dejarlas vivir allí por siempre, y recalcó, que era obligación de las autoridades solucionarles el problema de la casa, el cual viene hace muchos años atrás.
“Milagro esta inválida producto del desplome, hace 4 años atrás, de una parte de la casa, donde perdió una pierna por causa de la caída de uno de los palos que apuntalaban su techo. En ese momento debieron haberle aprobado el subsidio para la reparación, pero no lo hicieron, la pelotearon (…) Ahora la casa sí hay que hacerla completa, porque no queda nada más que escombros’’, advirtió Lee
Luego de permanecer por varias horas allí plantadas, madre e hija fueron montadas por la policía  junto a sus pertenecias en un camión, y al momento de redactar esta nota se desconocía su paradero.
Los funcionarios de Vivienda se negaron a dar declaraciones al respecto.

Posted by: "Comité Pro Libertad de Presos Políticos Cubanos"

Los verdaderos ladrones del patrimonio nacional


Los peores traficantes, aunque la prensa oficialista señale a los turistas extranjeros, habitan el palacio de la Revolución
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Fidel y Raúl Castro, congreso PCC 2011 (foto: AP)
Fidel y Raúl Castro, congreso PCC 2011 (foto: AP)
LA HABANA, Cuba.- Bajo el sugerente título “Espejitos por oro”, acaba de ser publicado un extenso reportaje a dos planas completas en la edición dominical del periódico oficial Juventud Rebelde (Hugo García, 20 de noviembre de 2016), donde se aborda el siempre interesante tema del tráfico de “objetos y documentos patrimoniales”  de la Isla, y del trabajo conjunto de agentes de la Aduana y especialistas del Registro de Bienes Culturales (RBC) para impedir que “nuestras propiedades espirituales más valiosas sufran la expoliación internacional”.
Todo sugiere que el incremento del turismo extranjero, que se ha estado verificando en los últimos años, ha aumentado el comercio ilícito de objetos que son considerados bienes patrimoniales.
En el caso del reportaje de referencia, el aeropuerto internacional de Varadero, en la provincia de Matanzas, fue elegido por el autor para documentarse sobre el tráfico del patrimonio. Allí fue informado que gracias al celo de los especialistas en los controles de la frontera en esa terminal aérea “durante más de 20 años se han rescatado miles de piezas, con valor cultural y profesional”, que turistas extranjeros han tratado de extraer del país. La lista de objetos que suelen decomisarse a los traficantes y que son considerados como patrimonio cultural muebleincluye “documentos, fotografías, artes decorativas, pinturas, dibujos, esculturas”.
Varias fotografías que ilustran el trabajo periodístico muestran varios de esos objetos incautados a los pasajeros: una colección de relojes de bolsillo, un juego de tocador de plata del siglo XIX, una colección de armas antiguas, una placa conmemorativa, una tosca imagen en bronce de la Virgen de la Caridad, un libro antiguo, una colección de carteles de propaganda nazi de la Segunda Guerra Mundial y una colección de fotografías donde aparece el ex Invicto, difícilmente digna de ser considerada Patrimonio de la nación.
Un comentario desprejuiciado  sobre el tema obligaría a aceptar el legítimo derecho que asiste a cada nación de proteger y conservar su patrimonio cultural. Sin embargo, el Decreto 118/83 (Reglamento para la Ejecución de la Ley de Protección al Patrimonio), que define en Cuba el patrimonio de la nación, resulta extremadamente ambiguo, parcializado y anacrónico.
Según refiere una funcionaria del RBC, citada en el reportaje, dicho Decreto establece que el patrimonio “está integrado por aquellos bienes, muebles e inmuebles, que constituyen la expresión o el testimonio de la creación humana o de la evolución de la naturaleza, y que tienen especial relevancia en relación con la arqueología, la prehistoria, la literatura, la educación, el arte, la ciencia y la cultura en general”.
Sin embargo, es sabido que las instituciones estatales encargadas de determinar la naturaleza y valor del  “patrimonio de la nación” en una sociedad bajo un gobierno autocrático representan los intereses del Poder, y es éste en última instancia quien se reserva el derecho de decidir a voluntad sobre el uso y destino de ese patrimonio. De esta forma, los términos patrimonio de la nación y propiedad del Estado que definen de jurepropiedades públicas, en el régimen castrista se funden en uno solo para definir lo que de facto es heredad particular del clan Castro.
Es por eso que reconocer acríticamente los derechos patrimoniales de los que ufana la prensa oficial equivaldría a consentir la arbitrariedad de ese Poder autocrático, representado en las instituciones a su servicio, en detrimento de los derechos de los cubanos sobre el patrimonio de la nación y el suyo personal.
Así, pongamos por ejemplo, mientras a un cubano común no se le permite el legítimo derecho de disponer libremente de bienes familiares, dígase un reloj de bolsillo de oro heredado de un abuelo –que no puede vender a un coleccionista extranjero so pretexto de que pertenece al “patrimonio de la nación”– o de otros de su propiedad particular, las instituciones del Estado se arrogan el derecho de disponer inconsultamente de los bienes patrimoniales de la nación, ya sea para medrar a su costa, para ocultarlos o para destruirlos.
La línea entre el patrimonio privado y el “nacional” se desdibuja cuando entran en juego los intereses del Gobierno, hasta tal punto que, si bien en la legislación abundan los términos que engloban al segundo, no se establecen definiciones para el patrimonio personal (patrimonio privado). Y esto es así porque patrimonio es sinónimo de propiedad, un término excomulgado del diccionario comunista. Por tanto, puede afirmarse que en Cuba el patrimonio privado mueble y comerciable no existe.
Pero, volviendo al reportaje del libelo oficial, ¿acaso las fronteras del país son el escenario principal de la depredación del patrimonio de la nación debido al auge del turismo y a los manejos de los traficantes internacionales? Afirmar esto sería ignorar que las mayores pérdidas patrimoniales se han producido desde y en el interior del país a lo largo de casi seis décadas, responsabilidad de la desidia de la cúpula de gobierno y de sus funcionarios. Los peores traficantes del patrimonio habitan el palacio de la Revolución.
Una parte de ese patrimonio ha salido al exterior justamente con el objetivo de alimentar las insaciables arcas del gobierno. Es el caso de ciertas pinturas de autores famosos, pertenecientes a los fondos del Museo de Bellas Artes, que han sido subastadas o vendidas a museos y coleccionistas privados extranjeros.
Otro hecho repetido ha sido la apropiación de piezas únicas y valiosas del Patrimonio para decorar espacios cerrados del Poder, como es el caso de la pieza arqueológica de arte aborigen taíno conocida como “Ídolo del Tabaco”, que adorna un salón de la sede del Consejo de Estado, muy lejos de las miradas de los legítimos dueños del patrimonio nacional.
También han desaparecido muchos de los carísimos muebles y adornos que decoraban los espacios interiores del Capitolio desde los años en que estuvo ocupado por la Academia de Ciencias. La feroz rapiña fue obra tanto de ciertos altos funcionarios y directivos de la Academia de Ciencias –como el muy respetable Antonio Núñez Jiménez, entre otros acreditados revolucionarios– como de decenas de investigadores y subalternos que dispusieron impunemente del patrimonio público.
Podría extenderse el listado del patrimonio fantasmal con el misterioso destino del diamante del Capitolio, o del desaparecido clavo de oro a los pies de la estatua de José Martí, en el Parque Central de La Habana. O habría que incluir entre los daños patrimoniales irreversibles la brutal destrucción de la Biblioteca del Senado, cuando en 1987 el Magno Orate concibió el (también) fallido proyecto de fundar en el mayestático edificio insignia de la República la mayor biblioteca de ciencia y tecnología de Latinoamérica.
El sistemático saqueo de los más antiguos y valiosos fondos de la biblioteca de la Sociedad Económica de Amigos del País, la primera de Cuba y una de las más ricas colecciones bibliográficas del país, hoy casi aniquilada, fue otro daño infligido impunemente al patrimonio histórico y cultural de la nación.
Podríamos abundar en ejemplos sobre la pérdida de otros muchos exponentes de nuestro patrimonio nacional, o añadir otros tantos comentarios sobre el laudatorio reportaje del periodista de Juventud Rebelde, pero sería tan inútil como redundante. El evidente (des)enfoque que exhibe en el tratamiento del tema demuestra que no tiene la menor intención de comprometerse a fondo.
Baste cerrar estas reflexiones con una breve consideración sobre el párrafo que inicia su trabajo y que, en referencia al comercio ilícito de bienes patrimoniales y los bajos precios en los que supuestamente los nacionales los venden a los turistas– reza textualmente: “Aquella práctica de cambiar espejitos por oro a inicios de la conquista española, cuando los aborígenes se deslumbraban ante las bisuterías, parece regresar en esta época”.
No, García, no ofendas la memoria colectiva de los cubanos. En realidad “aquella práctica” no está regresando “en esta época”, sino que data de unas tres décadas atrás, cuando a finales de los años 80 y principios de los 90, en el lapso breve de la agonía y muerte de la URSS y sus satélites, la amenaza real de un futuro sombrío comenzó a proyectarse sobre la Isla y desató una desesperada búsqueda de divisas, protagonizada por el llamado “Departamento MC”, de triste recordación, perteneciente al Ministerio del Interior.
Hasta entonces, solo unos pocos elegidos –funcionarios oficiales, técnicos y estudiantes extranjeros, y marineros– podían comprar algo en las “diplotiendas” y “tecnitiendas”, así que, aprovechando la miseria de casi la totalidad de la población de la Isla, se abrió en la avenida 31 del municipio Playa, en la capital, la famosa “casa del oro y la plata”, popularmente rebautizada como “casa de Diego Velázquez”, en las que “a precio de animal enfermo” el Estado usurero tasaba las joyas y objetos de oro y plata de miles de infelices que así perdieron lo más valioso de su patrimonio familiar, a cambio de “certificados” que les permitieran comprar unos pocos bienes de consumo imprescindibles, como ropas, zapatos o algún efecto electrodoméstico, a los que de otra manera no hubiesen podido acceder.
Señor García, no se pueden lanzar esas piedras cuando el tejado propio es de vidrio. Al parecer usted padece de una grave amnesia selectiva, pero con seguridad los cubanos jamás olvidarán la humillación y la pena de aquel abusivo trueque en que el más ladrón de los gobiernos que haya fustigado jamás a esta Isla se apropió del oro de los infelices “aborígenes”  a cambio de algunos deslumbrantes “espejitos”.

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miércoles, 23 de noviembre de 2016

Opositor cubano cumple más de un mes en huelga de hambre


Se le privó de libertad por no pagar una multa de ocho dólares
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Doble alambrada exterior, Combinado del Este (Foto: EFE)
Doble alambrada exterior, en las afueras de una cárcel cubana (Foto: EFE)
GUANTÁNAMO, Cuba.- Este fin de semana el opositor pacífico Miguel Ángel López Herrera, vecino de la calle Moncada entre 11 y 12 Sur, Guantánamo, superó el mes de huelga de hambre en la sala de penados del hospital provincial Dr. Agostinho Neto.
Aunque su esposa, Tamara Basulto Pérez, ha realizado varias gestiones ante autoridades de la Policía Nacional Revolucionaria (PNR) y los tribunales para obtener la libertad de Miguel Ángel, sus solicitudes no han fructificado.
El caso de este opositor no fue incluido en el indulto que el gobierno cubano ofreció recientemente, a pesar de que la acción por la que ha sido sancionado carece de peligrosidad social, e, incluso, en muchos países no es causa que justifique la privación de libertad.
Miguel Ángel fue sancionado a un año de privación de libertad por el Tribunal Municipal Popular de Guantánamo (TMP), por no pagar una multa que inicialmente fue de cincuenta pesos (dos dólares) y se fue incrementando hasta llegar a doscientos pesos (ocho dólares). La multa se le impuso por protestar públicamente en solicitud de trabajo, pues siendo un opositor el gobierno le niega ese derecho constitucional, algo común para los opositores pacíficos. Al ser un desempleado no pudo pagar la multa y por eso fue sancionado.
Según informó Tamara a CubaNet, el pasado lunes ella se entrevistó con un oficial de la PNR del municipio, el cual la mantuvo en la unidad, en espera de una respuesta, desde las 9:00 a.m. hasta las 12:15 p.m., cuando le dijo que fuera hacia el TMP de Guantánamo, que la presidenta la iba a atender, pero eso no ocurrió sino hasta las 3:00 p.m. A esa hora la presidenta del TMP le dijo que ella no podía resolver ese caso sin consultar con la presidenta del Tribunal Provincial Popular de Guantánamo (TPP). Le indicó que se sentara y esperara.
Tres horas después le dijo que pagara la multa para poner en libertad a su esposo. Tamara le pidió que le entregara una constancia escrita porque temía ser engañada y ante la negativa de la presidenta dijo que en esas condiciones no podía pagar la multa, que eso era lo que le había indicado su esposo, a lo que la jueza le respondió que entonces no podía hacer nada.
En el tiempo que su esposo lleva de huelga de hambre, a Tamara sólo le han permitido visitarlo una sola vez, lo cual ocurrió el pasado sábado 12 de noviembre.

Posted by: "Comité Pro Libertad de Presos Políticos Cubanos"