sábado, 19 de noviembre de 2016

Gobierno cubano vende la ayuda a los damnificados por Matthew

 Gobierno cubano vende la ayuda a los damnificados por Matthew
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Pese a que ya están cerca de cumplirse dos meses desde que el potente huracán Matthew arrasase parte del Oriente cubano, los afectados por la tragedia denuncian la ineficacia del gobierno en el reparto de la ayuda.
Los guantanameros señalan que el apoyo que llega hasta los municipios afectados es insuficiente para reparar los daños calculados en más de 63 millones de dólares y se preguntan con asombro por qué el gobierno cubano vende la ayuda en vez de entregarla gratuitamente a las familias que sufrieron la ferocidad del potente ciclón.
En este sentido, el periodista independiente Serafín Morán, quién visitó recientemente Guantánamo, explicó a Martí Noticias que muchas familias de la zona pasan por una situación difícil ya que la ayuda humanitaria no llega a la totalidad de los afectados, sólo a los casos más graves.
Además Morán explicó que el suministro “no es una ayuda como tal, porque todo se lo están vendiendo”, incluso la comida.
Según el mismo periodista, los guantanameros tampoco están recibiendo el apoyo estatal necesario para hacer frente a los daños de sus inmuebles. “Hay personas que no han recibido ni una libra de clavos para poder ayudarse con respecto a sus viviendas. Todavía hay algunos que están durmiendo en escuelas y otros están durmiendo debajo de los escombros”, señaló
Twitter/ Barrio Tricolor
Por otro lado, Morán declaró al citado medio que los pobladores de zona lamentan que todavía no ha llegado la ayuda internacional enviada por algunos países.Tampoco se sabe cuáles son los plazos que maneja el gobierno para repartir las 579 toneladas de ayuda venezolana en el cuarto buque que envío el país vecino a Cuba.
Esta situación dista mucho de la imagen de recuperación y normalidad proyectada por las autoridades quienes han señalado en multitud de ocasiones desde el pasado 4 de octubre que el Oriente cubano se recupera de la tragedia.
Aunque es cierto que las autoridades repararon las comunicaciones y el servicio eléctrico, preocupa ahora la situación de las ciudadanos y especialmente la situación de las viviendas y los cultivos.
En Baracoa, Imías, Maisí, San Antonio del Sur y Yateras el paso de Matthew derrumbó total o parcialmente 38 mil 800 viviendas. Para hacer frente a los daños en las viviendas el gobierno anunció días después de la tragedia que pagaría la mitad de las reparaciones a los afectados, una medida que contó con la oposición de los damnificados quienes consideraban que los daños del huracán deberían asumirse por completo por el gobierno de la Isla.
Twitter/ Barrio Tricolor
Durante su entrevista, Serafín declaró también que aunque la situación de Baracoa es díficil también lo es la de otros municipios mucho menos publicitados como son Maisí, Imías, Yateras o San Antonio del Sur.

Firma esta petición para que la Aduana General de la República de Cuba elimine los aranceles para el envío de Ayuda por el Huracán Matthew


Campaña de Ayuda para los damnificados del Huracán Matthew en Cuba


Todos los detalles del Huracán Matthew


Posted by: "Comite Pro Libertad de Presos Politicos Cubanos"

jueves, 17 de noviembre de 2016

Excelente articulo!

La verdadera apertura obliga a rectificar

La verdadera apertura obliga a rectificar
Por Carlos Amel Oliva, líder juvenil de la Unión Patriótica de Cuba (UNPACU) *
Con el ascenso del general Raúl Castro al poder en 2006, relevando a su hermano enfermo, muchos pensaron que se abría una nueva etapa para Cuba. Nadie podía asegurar que este período iba a ser mejor o peor que el anterior, aunque desde el triunfo de la revolución castrista, el antiguo ministro de las Fuerzas Armadas y segundo en la escala de mando tenía fama de radical por haber sido implacable en el castigo del disenso en los primeros años de la actual dictadura.
Para acabar con la incertidumbre inicial, quien fuera nombrado a dedo al frente del Estado por el dictador Fidel Castro —sin consultar ni rendir cuentas a nadie— se mostró como un hombre jocoso y de discursos cortos. Dijo en repetidas ocasiones que su hermano mayor era insustituible y que él no pretendía imitarlo.
En 2009, un año después de la instauración del nuevo Consejo de Estado, este carcamal Robespierre, entonces con 78 años, mostró su esencia represiva al destituir de un zarpazo figuras jóvenes que integraban la vanguardia de la nomenklatura, que por su visibilidad y carisma podían ensombrecer y amenazar su diseño perfecto de transición de poder. Entre los defenestrados destacaban el vicepresidente Carlos Lage y el canciller Felipe Pérez Roque. Desde la cúspide del poder se alegó que estas dos personas habían mostrado actitudes desleales e inconformidades con la gestión del nuevo gobierno, además del “terrible sacrilegio” de mofarse en privado del “Comandante”. El mensaje así enviado fue claro y preciso: aquel que ose discrepar en nuestras filas terminará guillotinado.
Habiendo puesto orden en la finca familiar, Raúl Castro se volcó en realizar reformas de poco calado, tales como la Ley de Inversión Extranjera y la ampliación de las actividades permitidas a los ciudadanos cubanos para ejercer el trabajo por cuenta propia. Con esta última ley se pretendía paliar el despido de más de 500 mil trabajadores en todo el país. A este proceso se le dio el pomposo nombre de “Lineamientos para la Actualización del Modelo Económico y Social”.
Diversos lobbies económicos de varias naciones se movilizaron para realizar inversiones en Cuba, que a sus ojos ofrecía un mercado virgen de 11 millones de personas. Este “nuevo contexto” no produjo mejoras en la situación de derechos económicos y laborales de los ciudadanos, aunque tuvo gran resonancia internacional.
El punto culminante de este proceso falsamente aperturista ha sido el restablecimiento de relaciones diplomáticas con EEUU. No obstante, a pesar del simbolismo del intercambio de embajadores con el “enemigo histórico de Cuba”, el único cambio real para el cubano ha sido entender que el origen de la crisis no es el embargo norteamericano sino la falta de libertades en que vive.
Estos diez años de gestión raulista traído consigo un bajísimo salario mínimo de 9 dólares al mes, los alimentos más caros de toda la región, una infraestructura de salud y educación muy deterioradas y con personal cada vez más escaso, una crisis migratoria agravada, así como un acceso a Internet censurado, al desorbitado precio de 2 dólares por hora (1440 dólares/mes) y sin posibilidad de conexión a móviles ni a domicilio. El naciente sector de los pequeños emprendedores, asfixiado por una política fiscal injusta, ha comenzado a exigir mejoras mediante protestas públicas. El régimen ha respondido a estas demandas con su acostumbrada represión, mientras los inversionistas extranjeros se quejan de que el gobierno de La Habana les niega oportunidades comerciales.
En el frente de los derechos civiles y políticos, los opositores pacíficos están siendo víctima de una ola represiva. Las cifras de detenciones y encarcelamientos arbitrarios se mantienen a la altura de una dictadura de la Guerra Fría. Solamente en la UNPACU, organización disidente más visible del país, existen cerca de 50 presos políticos. Al cierre de este artículo, dos de estos presos, Geordanis Muñoz y Rulisán Ramírez, habían recibido una brutal golpiza por parte de sus carceleros.
Los analistas políticos difieren al fijar el inicio de la transición a la democracia de un régimen totalitario. Unos lo ubican en el cambio de actitud de los pueblos, y otros en el de los gobernantes. Lo cierto es que en la “Mayor de las Antillas” no existe indicio de lo segundo. Si en Cuba se ha iniciado una transición prodemocrática es porque personas dignas como Elizardo Sánchez, Oswaldo Payá, José Daniel Ferrer, Guillermo Fariñas, Dagoberto Valdés, Yoani Sánchez, Berta Soler y otros muchos, con el apoyo de nobles cubanos de la Diáspora, han ido mostrando el camino a un coste personal muy elevado.
Hoy la nación cubana tiene ansias de libertad, y a diario se ven manifestaciones en su reclamo a lo largo y ancho del país. Es seguro que esta libertad se alcanzará tarde o temprano, y que todo apoyo ofrecido en los momentos más difíciles será muy agradecido por el pueblo cubano. Por ello, exhortamos a los gobiernos e instituciones que visitan nuestra patria y son indiferentes hacia la sociedad civil independiente a que rectifiquen su postura, porque el régimen comunista está condenado al fracaso y el futuro está en el pueblo.
*Este artículo se publica como parte de la campaña “Mi Denuncia Semanal a la Dictadura Castrista”(http://www.unpacu.org/mi-denuncia-semanal-a-la-dictadura-castrista-19-de-septiembre-de-2016-por-jose-daniel-ferrer-coordinador-general-de-la-unpacu/), promovida por la UNPACU (Santiago de Cuba) y el Foro América Unida (Santiago de Chile) con el fin de crear consciencia sobre la situaci

miércoles, 16 de noviembre de 2016

Cuando Cuba exportaba revolucion.

Cuando la OEA expulsó al castrismo

El final de la historia ha sido muy triste y muy bochornoso
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Raúl Roa, canciller cubano en funciones cuando Cuba fue expulsada de la OEA (Foto: Getty Images/Archivo)
Raúl Roa, canciller cubano en funciones cuando la isla caribeña fue expulsada de la OEA (Foto: Getty Images/Archivo)
LA HABANA, Cuba.- Algunos intelectuales de la Isla, al analizar la situación que sufre el pueblo cubano, reflexionan sobre ciertos hechos históricos que la prensa nacional, fiel a la dictadura, no ofrece en detalles, en aras de analizar el enredo que formó Fidel Castro a partir de 1959.
Guillermo Rodríguez Rivera, poeta y profesor universitario, expresó en una revista habanera que “Cuba apostó por ayudar a que la Revolución se expandiera y no se preocupó por resolver nuestros problemas”. Luego termina refiriéndose al aislamiento que sufrió Cuba, al romper América Latina con ella.
Se refería a la expulsión del régimen castrista de la Organización de Estados Americanos (OEA), la asociación de naciones más antigua del mundo, fundada el 14 de abril de 1890.
Para analizar aquella historia, primero digamos que la OEA no cometió un acto arbitrario, ni se apresuró en absoluto en expulsar al castrismo.
En la temprana fecha del 19 de abril de 1959, a los tres meses y unos días del triunfo de la Revolución, Cuba envió una invasión a Panamá, compuesta por ochenta cubanos y decenas de panameños adiestrados en La Habana. Desembarcaron en el poblado de Nombre de Dios y terminaron detenidos.
El 13 de junio de 1959, otra expedición armada de cubanos partió desde Oriente hacia Santo Domingo y fue derrotada. Días después, República Dominicana rompió relaciones diplomáticas con Cuba.
El 14 de agosto fracasó otra invasión organizada desde Cuba hacia Haití. A los pocos días, Haití rompió relaciones con Cuba.
Así, continuaron ocurriendo invasiones a otros países latinoamericanos, que ocasionaban el rompimiento con Cuba.
Ante esa situación, el Canciller Raúl Roa, aleccionado por Fidel, asistió a reuniones en la OEA para protestar. Conocedor de lo que estaba ocurriendo en Cuba, acusó a la OEA de crear un ambiente hostil contra el régimen. Es posible que, ya retirado, haya recapacitado sobre esa historia, tan mal contada por él.
A mediados de 1960, numerosos países miembros que componían la OEA propusieron condenar al régimen castrista como injerencista y aprobaron un documento, conocido como Declaración de San José. Sus propósitos estaban claros: afianzar la paz del continente y dar solución a las controversias que surgieran entre los estados miembros, procurar la solución ante problemas políticos, jurídicos y económicos y promover su desarrollo económico. Y se planteaba, sobre todo, el rechazo a toda forma de totalitarismo.
Cuando Fidel recibió el documento montó en cólera, y el 26 de julio de ese año amenazó con convertir a Los Andes en la Sierra Maestra del continente. Continuó con más ímpetu su estrategia de expandir la violencia revolucionaria en esos países, utilizando el dinero del pueblo, adiestrando a miles de latinoamericanos en repartos apartados de la capital habanera para crear guerrillas rurales, fomentar guerras civiles, gracias a cargamentos masivos de armas que venían clandestinamente de la Unión Soviética.
El 2 de septiembre de 1960, Fidel Castro convocó al pueblo a un mitin en la Plaza de la Revolución. Con la Declaración de San José en las manos, preguntó a las masas: “¿No creen ustedes que es mejor romperla?”
La multitud respondió que sí. Luego Fidel expresó que, cumpliendo un reclamo de más de un millón de cubanos, rompía aquella bochornosa declaración. Pero como tantas veces, mentía.
En ese espacio urbano apenas caben 180 mil o 250 mil personas, cuatro por cada metro cuadrado, según datos exactos.
En Cuba había entonces unos siete millones de habitantes. Por lo tanto, sólo entre el 2 o el 3 por ciento de la población total, estuvo de acuerdo con aquel gesto prepotente, propio de un dictador.
Cuatro meses después, en un discurso del 11 de febrero de 1961, Fidel Castro expresó que continuaría promoviendo revoluciones anticapitalistas en América Latina, y un año después, el 25 de enero de 1962, es que la OEA decide expulsar al régimen castrista, con el apoyo de gran parte de los países miembros.
El final de la historia fue muy triste y muy bochornoso para el Comandante Invicto: no logró ni una revolución anticapitalista, y el pueblo cubano quedó más pobre que nunca.

Posted by: "Comité Pro Libertad de Presos Políticos Cubanos"