viernes, 22 de enero de 2016

La Ley de Ajuste Cubano no es el problema


Con o sin Ley, los cubanos continuarán emigrando, sea a EE. UU. o a cualquier otro destino
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La verdadera inconveniencia de la Ley de Ajuste reside en que se responsabiliza a una Ley extranjera con la solución de problemas que son netamente nacionales
Se está responsabilizando a una Ley extranjera con la solución de problemas que son netamente nacionales
LA HABANA, Cuba.- La inminencia de la llegada a EE. UU. de miles de cubanos varados en Costa Rica ha vuelto a desatar el debate en torno a la pertinencia o no de la Ley de Ajuste, sus fundamentos originales y las opiniones sobre si los cubanos que actualmente emigran deben ser considerados o no emigrantes políticos y, en consecuencia, merecedores de acogerse a la referida Ley.
Como sucede siempre entre cubanos, el tema mueve las pasiones, nublando la objetividad y haciendo difícil deslindar entre el asunto legal, los intereses políticos, los resentimientos personales de cada quien y la cuestión netamente humana, que es en definitiva la que motiva todo éxodo, más allá de las circunstancias particulares signadas por la política y la economía.
Las posiciones suelen ser polarizadas y excluyentes, sin matices: o se está a favor del arribo infinito de cubanos a EE. UU. –en particular a la ciudad de Miami, capital extraterritorial “de todos los cubanos”– y de la ‘irreversibilidad’ de la Ley de Ajuste, como una especie de derecho divino inmanente a los nacidos dentro de los 110 mil kilómetros cuadrados de este archipiélago, o se aboga por la derogación de ésta y por limitar o cortar la ayuda a los que llegan.
Y como todo vale cuando se trata de sacar ventaja, la ocasión ha sido propicia también para ciertos políticos cubanoamericanos, que han aprovechado la nueva crisis migratoria para atizar las brasas contra el acercamiento diplomático a las autoridades cubanas, impulsado por la Casa Blanca, creando incertidumbre sobre la posibilidad de que desaparezca la Ley de Ajuste y con ella los privilegios que han gozado los inmigrantes cubanos en EE UU.
Lamentablemente, ese enfoque solapa la auténtica causa de la creciente emigración de los cubanos: la asfixia, la decadencia y la condena a la pobreza eterna bajo un sistema sociopolítico y económico obsoleto y fracasado que les fue impuesto inconsultamente casi 60 años atrás. De manera que con o sin Ley de Ajuste los cubanos continuarán emigrando, sea a EE. UU. o a cualquier otro destino, como lo demuestra la existencia de comunidades de compatriotas emigrados en un sinnúmero de países en los que no existen “leyes de ajuste” que los beneficien.
Ergo, la controvertida Ley –la cual, dicho sea de paso, las autoridades cubanas ni siquiera mencionaban durante los tiempos de luna de miel con la Unión Soviética– es un innegable componente del problema, pero no el más relevante, por lo que su derogación no constituiría la solución del incontenible flujo migratorio desde Cuba.
De hecho, se puede afirmar rotundamente que, de desaparecer dicha legislación, los cubanos no renunciarían a las aspiraciones de ingresar al territorio estadounidense, y que una vez dentro de EE UU sobrevivirían en la ilegalidad, tal como lo han hecho otros millones de emigrantes latinoamericanos, los “indocumentados”. ¿Acaso en Cuba, donde todo lo bueno está prohibido, no nos hemos entrenado por décadas en eso de sobrevivir en la ilegalidad de mil manera diferentes?
Los hijos “legítimos” de la Ley de Ajuste
Resulta difícil opinar objetivamente sobre una herramienta legal que ha protegido a tantos compatriotas. Pero cuando hablamos de la Ley de Ajuste, propiamente dicha, es inevitable recordar sus causas y las circunstancias que le dieron origen.
Sancionada en 1966, esta Ley otorgaba estatus legal a un número elevado de cubanos que se habían visto forzados a huir de Cuba, muchos de los cuales habían sido afectados por las leyes revolucionarias o pesaban sobre ellos graves acusaciones, ya fuera por una real o supuesta colaboración con el batistato, o por otros delitos considerados de ‘lesa’ revolución por el castrismo triunfante.
Hay que recordar que en aquellos años todavía el paredón de fusilamiento era la condena habitual que se aplicaba a “los traidores”, por parte de la camarilla guerrillera que tomó el poder en 1959. Tan punible categoría podía incluir por igual a los miembros o simpatizantes de la dictadura anterior –la de Fulgencio Batista– y a los propios participantes de la lucha revolucionaria que se habían opuesto al giro de Castro I hacia el comunismo, una parte de los cuales retornaron a la lucha armada como forma de rebelión, y fueron derrotados.
Los emigrados cubanos de los años 60 fueron principalmente familias de las clases alta y media de la burguesía que habían sido afectados económicamente por las nacionalizaciones y por otras medidas “revolucionarias”, y cuyos intereses eran incompatibles con la línea política que había tomado el gobierno en la Isla.
Y, habida cuenta que al partir de la Isla quedaban despojados de todos sus derechos como cubanos en virtud de las leyes revolucionarias, tampoco desde el punto de vista legal el regreso era una opción para ellos. Así, la Ley de Ajuste nacía para solucionar el limbo jurídico en el que estaban viviendo aquellos primeros emigrados, cuando siete años de fidelismo demostraban que su regreso a Cuba iba a ser más dilatado que lo previsto.
El resto de la historia es bien conocido. Una Ley surgida para beneficio de la emigración política cubana en pleno fragor de la Guerra Fría, acabaría estandarizándose al extenderse a todo cubano que pisa territorio estadounidense, pese a que la mayoría de los que hoy emigran no se reconocen a sí mismos como perseguidos políticos de la dictadura castrista.
“Yo voy a lo mío”
Ninguna de las etapas del largo experimento comunista en Cuba ha estado exenta de migraciones. Con sus picos y sus valles, el flujo hacia el exterior ha sido un signo importante de la historia de la nación cubana en los últimos 57 años, bajo el mismo gobierno y el mismo sistema político.
Las circunstancias actuales, sin embargo, no son las mismas que sirvieron de escenario a las migraciones de los 60, de la colosal migración por Mariel (1980) –donde los abusos de los mítines de repudio, las humillaciones y las golpizas promovidas desde el gobierno y organizadas por el PCC y las organizaciones de masa marcaron para la siempre la memoria tanto de los que se fueron como de los que quedaron en la Isla–, o de la espectacular Crisis de los Balseros (1994).
Si los cubanos que huyeron en los primeros años de la revolución sufrieron la ruptura absoluta con lo que fue su vida en la Isla y fueron despojados de propiedades y derechos como nacionales, si soportaron la condena del desterrado ante la imposibilidad de regresar a su tierra natal a lo largo de décadas en las cuales muchos murieron o perdieron a sus familiares que quedaron acá, sin siquiera despedirse de ellos, y si fueron víctimas directas del sistema político que algunos de ellos incluso habían ayudado a entronizarse en el poder, lo cierto es que en los últimos cuatro a cinco años la realidad ha cambiado, y también así la percepción que tiene el emigrado sobre su propia situación.
Los cubanos que actualmente emigran, no solo se auto definen mayoritariamente como emigrados económicos, sino que en virtud de la reforma migratoria de 2013 conservan tanto el derecho a entrar y salir de Cuba dentro del plazo de 24 meses, como sus propiedades y al menos los mínimos derechos que están refrendados en la Constitución cubana.
Una gran parte de ellos declara que su intención al emigrar era mejorar sus condiciones materiales de vida y ayudar a su familia en Cuba –es decir, ni más ni menos que las mismas aspiraciones de millones de latinoamericanos– y hasta repiten la sempiterna frase sabichosa que tanto se escucha por estos lares isleños: “A mí la política no me interesa; yo vengo a lo mío”.
Y, en efecto, una vez obtenida la residencia (la famosa “green card”), comienzan a viajar a Cuba antes de que caduquen los dos años de gracia que les otorga el gobierno cubano para conservar sus derechos como nativos de la ruinosa hacienda insular. El “miedo” a las represalias castristas que expresaban a la hora de acogerse a la Ley de Ajuste, desaparece abrupta y mágicamente.
Triple beneficio: para los emigrados cubanos porque se favorecen doblemente, tanto con la Ley de Ajuste como con la reforma migratoria raulista. Para el gobierno cubano, porque la migración se ha convertido en una de las pocas industrias que les garantiza el ingreso neto y constante de divisas.
Luego, los privilegios de rápido acceso legal al trabajo, al Social Security Number, a los food stamps, y a otras prestaciones recibidas por una supuesta condición de “perseguidos” se convierte realmente en una especie de timo legal al erario público al que aportan los contribuyentes, en especial los estadounidenses que nada tienen que ver con el drama cubano. Este es el argumento esencial que esgrimen quienes creen que ha llegado el momento de –al menos– revisar la Ley de Ajuste, y modificarla para que se puedan acoger a ella solo quienes puedan ser considerados razonablemente como “perseguidos políticos”.
Pero la trampa mayor de la Ley de Ajuste no radica exactamente en que tiende a reforzar la intangible (y falsa) excepcionalidad de los cubanos. Tampoco estriba en su ambigüedad actual o en la discrecionalidad que en un futuro le pueda conferir alguna modificación, sino que –tal como ocurre con el Embargo– su verdadera inconveniencia reside en que se responsabiliza a una Ley extranjera con la solución de problemas que son netamente nacionales.
Una vez más se coloca sobre los hombros de legisladores y otros políticos foráneos la búsqueda de salidas a la eterna crisis cubana, realidad que demuestra la perniciosa infancia de una nación cuyos hijos, incapaces de percibirse como protagonistas de sus propios destinos y cambiar las reglas del juego en su país natal, optan por escapar del miserable paternalismo castrista para acogerse a las generosas bondades del paternalismo estadounidense. Cubanos, no le demos más vueltas: el problema no está en la Ley de Ajuste ni en los corrillos de los políticos de aquí, allá o acullá, sino en nosotros. Es así de sencillo.

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jueves, 21 de enero de 2016

Cuidado con el hombre nuevo


Entre los cubanos que transitan por Centroamérica hacia EEUU, al igual que en el Mariel, van delincuentes
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Cubanos protestan frente a autoridades costarricenses (foto tomada de Internet)
Cubanos protestan frente a autoridades costarricenses (foto tomada de Internet)
LA HABANA, Cuba.- Eloy Alexis Arauz pudo hacer el cuento. No estaba predestinado a morir en las manos de los cuatro asaltantes que le derribaron la puerta de su vivienda y se apropiaron de sus ahorros, no sin antes fracturarle un brazo y llenarlo de moretones.
El suceso ocurrió hace unos días en una finca de la localidad de Paso Canoas en Panamá. Los protagonistas del asalto fueron cubanos, de acuerdo a la versión del agredido. La historia comenzó con un contrato temporal (media jornada) recolectando naranjas por el cual Alexis Arauz pagó lo convenido.
A la luz de los hechos, el campesino panameño piensa que la solicitud de empleo fue parte del plan de llevar a cabo el robo con violencia, finalmente perpetrado esa misma noche.
Lo cierto es que los eventos no deberían causar asombro alguno. Entre la concurrida masa de cubanos que tratan de llegar a Estados Unidos, cruzando fronteras desde Ecuador hasta ciudad de Laredo, en el estado de Texas, hay delincuentes de toda laya.
Esa activa e irredimible caterva de asesinos, ladrones profesionales, carteristas y expendedores de drogas, no aparecen en las estadísticas oficiales, pero sobresalen como uno de los productos sociales, en el contexto de una revolución que en su infatigable búsqueda de las unanimidades allanó el camino hacia la enajenación y el abandono casi total de los valores éticos y morales.
No piensen que es primera vez que esto ocurre. Todavía se recuerdan los efectos nocivos del éxodo, desde el puerto del Mariel en 1980 y el de 1994, que implicó la fuga de 125 000 y 34 000 personas respectivamente.
En el primer caso, ni corto ni perezoso, Fidel Castro ordenó abrir las puertas de las cárceles a la par que facilitaba la fuga de la canalla que crece sin cesar en el núcleo y las periferias del sistema, bajo los disfraces de doble moral y los velos de una indolencia sistémica que mantiene al país al borde del caos.
A pequeña escala parece que el general-presidente ha utilizado las mismas cartas, otra vez con el objetivo de aliviar las tensiones sociales y de paso elevar el número de emisores de remesas, que por cierto siguen teniendo una especial relevancia en el crecimiento del Producto Interno Bruto (PIB).
Entonces, a partir de los acontecimientos, se llega a la conclusión que el gobierno cubano no solo se destaca por el envío de brigadas médicas y deportivas a cumplir misiones en decenas de países del Tercer Mundo, también debería ocupar un lugar cimero en la exportación de bandidos y espías, preferiblemente hacia al interior del imperio con el fin de anotarse nuevas victorias, aunque sean pírricas.
Los ciudadanos de los países que sirven de tránsito en el viaje rumbo a las tierras del Tío Sam, deben estar preparados para sucesos parecidos o más bestiales que el acontecido en Paso Canoas. Es una advertencia sin tremendismos. Cuba no es el país que la propaganda ha convertido en un paraíso.
A lo largo y ancho de la Isla, hay muchísimos delincuentes de la peor ralea, con una hoja de servicios o intenciones que bien pudieran emular con lo que hacen los Maras Salvatrucha en los sitios donde han logrado establecerse.
Que no quepa duda, el Hombre Nuevo que salió de los laboratorios de la revolución, es capaz de matar sin escrúpulos como lo haría un asesino profesional, en el fragor de un asalto o un simple malentendido con alguien del vecindario.
En el barrio donde vivo, en el municipio Habana Vieja, los veo todos los días.
Algunos de ellos preparan las condiciones para fugarse hacia Estados Unidos por la vía centroamericana. En el trayecto pueden haber bajas mortales o lesionados como el campesino de Paso Canoas.

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Liberados los opositores Hugo Damián Prieto Blanco y Wilberto Parada Milán


Las Damas de Blanco reciben en su sede a Hugo Damián Prieto. La Habana, 20 de enero de 2016. (A. MOYA)
Al centro, Hugo Damián Prieto y su esposa, la Dama de Blanco Lázara Bárbara Sendiña. La Habana, 20 de enero de 2016. (A. MOYA)
El régimen liberó este miércoles a los opositores Hugo Damián Prieto Blanco, líder del Frente de Acción Cívica Orlando Zapata Tamayo, y Wilberto Parada Milán, miembro de la Unión Patriótica de Cuba, quienes estaban detenidos desde hace casi tres meses, informaron activistas a través de Twitter.
Poco después de su liberación, Prieto Blanco visitó en su sede a las Damas de Blanco, indicó el exprisionero político Ángel Moya, quien publicó fotos del encuentro.
Prieto Blanco y Parada Milán fueron detenidos tras participar junto a otros activistas en una protesta pacífica frente a la sede de la Fiscalía de La Habana, el 22 de octubre de 2015.
El objetivo de esa protesta fue exigir la liberación de los disidentes Zaqueo Báez, María Josefa Acón e Ismael Boris Reñi, arrestados por acercarse al papa Francisco durante la visita que realizó a la Isla en septiembre del año pasado. Los tres fueron excarcelados en noviembre.
Parada Milán había sido liberado en enero de 2015 como parte de las negociaciones entre La Habana y Washington que llevaron al restablecimiento de relaciones diplomáticas.
Prieto Blanco es un activo opositor que ha sufrido numerosos arrestos por parte del régimen.

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miércoles, 20 de enero de 2016

CUBA, UNA POTENCIA MEDICA PARA EL MUNDO

Lo que se oculta sobre la medicina cubana

La desconfianza en el sistema de Salud Pública ha crecido entre los cubanos
 |  Cuba: una potencia médica para el mundo
Paciente de 66 años que presentaba cuadro de deshidratación (foto del autor)
Paciente de 66 años que presentaba cuadro de deshidratación (foto del autor)
LA HABANA, Cuba.- Mucho se habla del sistema cubano de salud pública a nivel internacional. Las diversas misiones de los galenos antillanos en América Latina, Asia y África han generado positivos criterios por parte de las autoridades de los países beneficiados y, tras la contribución contra la epidemia de Ébola durante 2015, de la Organización Mundial de la Salud. Nadie puede poner en duda la alta calificación de los médicos cubanos, pero vale preguntarse si el prestigio ganado en el extranjero se corresponde con la praxis de estos profesionales en suelo cubano.
El cuerpo de urgencias del hospital universitario Calixto García es un buen ejemplo de lo que provoca el cacareado internacionalismo cubano, en nombre del cual numerosos médicos -entre ellos los más calificados en su especialidad- son enviados a cumplir misiones en el extranjero, mientras en Cuba quedan los estudiantes de medicina de los cursos superiores bajo la supervisión de especialistas que no siempre poseen la experiencia requerida para asumir tamaña responsabilidad.
El pasado 14 de enero, mientras la capital cubana era azotada por lluvias intermitentes, el cuerpo de urgencias del Calixto García estaba copado de pacientes esperando ser atendidos por solo dos doctores de guardia. Entre las personas que aguardaban en el salón había una orden de ingreso con carácter urgente por enfermedad hepática avanzada, una moribunda que agonizaba a la vista de todo el mundo -con las partes pudendas prácticamente expuestas- y el anciano registrado en la foto, que había llegado en condiciones de extrema deshidratación y un estado de higiene deplorable.
Este paciente fue recibido como caso social y, al momento del diagnóstico, la doctora no se atrevía a tocarlo porque en los centros cubanos de salud los médicos no poseen guantes de látex ni protectores bucales para examinar a los pacientes, exponiéndose a eventuales contagios. En un hospital de enseñanza -como lo es el Calixto García- se violan los códigos de prevención y protección -tanto del personal clínico como de los pacientes- al extremo de que en una misma consulta de apenas 3 por 4 metros, fueron simultáneamente atendidos una mujer aquejada de laringitis común y un individuo remitido desde la provincia de Pinar del Río, donde fue diagnosticado con una meningoencefalitis bacteriana.
A pesar de la gravedad de dicha patología, los médicos pinareños habían ingresado y dado de alta a ese hombre en apenas cinco días. Otro de los rasgos del sistema cubano de salud: enviar los pacientes a casa apenas muestren el mínimo síntoma de recuperación. De este modo evitan reinfecciones en el ambiente contaminado de los hospitales, y ahorran al gobierno cubano un dinero que posiblemente sea destinado a costear la demagógica propaganda socialista, o los periplos intercontinentales de los cinco héroes.
Los doctores que estaban de guardia el 14 de enero eran dos jóvenes latinoamericanos, quienes trataban a los pacientes cubanos con una consideración y profesionalidad que, cada vez con más frecuencia, se echa de menos en los galenos del patio. Ambos cultivaban su aprendizaje bajo la égida de una doctora cubana, cuyo lenguaje era más propio de una adolescente fiestera que de un médico. En semejante contexto, es fácil comprender por qué ha crecido la desconfianza de los cubanos en los servicios que ofrece el hospital Calixto García.
Lo más terrible de esta manera descuidada de ejercer la medicina, es que los cubanos no poseen el derecho de hacer una demanda por mala praxis. La recompensa por vivir en un país donde la atención médica se brinda “gratuitamente” consiste en soportar horas de espera, atropellos y no pocas negligencias, como olvidar fragmentos de gasa o guantes en el cuerpo de los pacientes tras intervenciones quirúrgicas. Sin embargo, el trabajo que el personal de la salud no hace a conciencia ni por principio ético, es rápidamente ejecutado cuando un familiar del paciente ofrece dinero, regalos o meriendas.
Cuerpo de Urgencias, Hospital Calixto Garcia (foto del autor)
Cuerpo de Urgencias, Hospital Calixto Garcia (foto del autor)
Mientras los medios de comunicación fabrican elegías sobre el altruismo de la medicina cubana, el personal de salud y los recursos para brindar una atención decorosa no son suficientes. La espera para una simple consulta de diagnóstico puede requerir de una mañana completa, y varios policlínicos que siempre han bridado atención a la población durante 24 horas, hoy trabajan media jornada porque no hay personal médico para cubrir los turnos de guardia. Asimismo, resulta normal que en un cuerpo de urgencias no haya papel para realizar electrocardiogramas, que el facultativo a cargo no disponga de recetas para prescribir medicamentos, que el personal técnico sea casi incompetente, o que la única ambulancia de la unidad no aparezca porque el chofer decidió utilizarla como taxi.
Es harto comprensible, entonces, que una de las principales causas de muerte en Cuba sean los infartos. Pero también cabe preguntarse cuántos de tales fallecimientos podrían evitarse si el sistema primario de salud contara con los recursos necesarios, y los técnicos graduados en masa por el sistema socialista tuvieran vocación y conciencia para acometer, desde la ética y la compasión, el humano propósito de salvar vidas.

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lunes, 18 de enero de 2016

REPRESIÓN Decenas de activistas detenidos en La Habana y Oriente para intentar impedir #TodosMarchamos


REPRESIÓN

Decenas de activistas detenidos en La Habana y Oriente para intentar impedir #TodosMarchamos

Damas de Blanco y activistas poco antes de ser arrestados este domingo. La Habana, 17 de enero de 2016. (A. MOYA)
Decenas de Damas de Blanco y activistas fueron detenidos hoy en La Habana y varias provincias orientales en el domingo represivo número 37 contra #TodosMarchamos, la campaña que pide en las calles una amnistía para los presos políticos.
Algunos reportes en las redes sociales indicaron que la cifra de arrestos podría rondar los 200 disidentes.
En La Habana, fueron detenidos unos 40 activistasy Damas de Blanco que lograron llegar a la iglesia de Santa Rita, según informó en su cuenta en Twitter el exprisionero político Ángel Moya. Entre ellos estuvieron el fotógrafo Claudio Fuentes, la líder del grupo femenino, Berta Soler, y el propio Moya.
Una cifra similar de disidentes y Damas de Blanco habrían sido apresados al salir de sus casas.
La periodista independiente Yusmila Reyna reportó detenciones en Santiago de Cuba. También se habrían registrado arrestos en Guantánamo, Holguín, Camagüey y Las Tunas.
"Nos rechazaron a empujones", dijo el opositor Ángel Milián, de Puerto Padre, en declaraciones aRadio Martí. "Nos dijeron gusanos, mercenarios, que nos vendemos por 20 dólares y todas esas barbaridades". Ahora "no nos dejan salir a la calle bajo amenazas de golpearnos y de bajo ningún concepto dejar que lleguemos a la iglesia", añadió.
Activistas de provincias orientales se han unido a la campaña en los últimos meses, lo que ha hecho que se extienda a buena parte del país. Milián dijo que este es el domingo represivo número 14 contra los disidentes de Las Tunas.
En Miami un grupo de exiliados se reunió en el restaurante Versailles para expresar su apoyo a los participantes en #TodosMarchamos, informó la opositora Ailer González.

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Otro domingo de represíon en Cuba XXXVII domingo de #TodosMarchamos







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domingo, 17 de enero de 2016

LLEGO VIO Y CREYO




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Mira El Vídeo Que Puede Revolucionar El Mundo (The Lie We Live)

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Te invito a ver este video, te aseguro que te pondrá a reflexionar.


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