En la mañana de este lunes Manuel y yo salimos rumbo a Pinar del Río. Teníamos la intención de tomar un café con el gran Dagoberto Valdés, saludar a otros amigos del proyecto Convivencia y conocer personalmente a algunos miembros que se han unido al Movimiento en esta provincia. De paso aprovecharíamos para caminar un poco y pasar un día agradable, recorriendo la ciudad y conversando con su gente.
En la Terminal, en La Habana, compartimos la espera con un pinareño campesino y cristiano evangélico, que después de reconocernos y saludarnos con mucha alegría, nos invitó a su casa en el campo, donde cosecha frijoles junto a su familia.
Al montarnos en la guagua advertí la presencia en la parte exterior del que para mí es “Marcos”, un oficial joven de la Seguridad del Estado, el mismo que nos viró a mí y a mi esposa desde Jagüey Grande recientemente y nos metió a los calabozos.
La guagua salió y durante todo el viaje estuve tenso. Cada vez que el chofer paraba a recoger a alguien o se montaba un policía pensaba que eran los cabrones que venían por nosotros.
Cuando faltaban apenas dos o tres kilómetros llegué a pensar que todo iría bien. Ahí mismo frenó de momento el ómnibus y me percato que estábamos rodeados por cuatro carros y una moto. Suben dos policías y un hombre vestido de civil, quien ordena que nos detengan. Les digo, todavía sentado, que le expliquen a los demás pasajeros por qué me bajan y me responden que “hablamos abajo”. Ahí les digo a los presentes que “nos bajan porque pensamos distinto al gobierno” y que “no hemos cometido ningún delito”. La gente mira entre asombrada y asustada, pero nadie dice nada…
Ya debajo nos llevan hacia distintos carros, nos revisan la mochila y nos quitan los teléfonos. En un abrir y cerrar de ojos estábamos haciendo el largo camino de regreso hacia La Habana.
Por otras dos horas solo se oye el motor del lada y la música que “los señores de los cielos” ponen para completar el chantaje. Al llegar a la ciudad la bordean por circunvalaciones hasta salir de nuevo a las afueras. En un punto que ahora no podría identificar sobre la carretera central o la autopista…. ni sé, detienen el carro, me dicen que me baje y junto con mis documentos me entregan la única frase del día: “Para nosotros los pinareños, su presencia es no grata en nuestra provincia”.
Cuando les voy a responder ya me han dado la espalda, se montan en el lada y así desaparecen los fantasmas que sin identificarse, sin documentos, sin firmas ni membretes, me han trasladado en absoluto secreto el “sentir de todos” los habitantes de su provincia.
Resulta que ahora habrá que hacer una reforma migratoria interna para poder viajar de un lugar a otro dentro de la Isla, pues yo no sabía que estaba viajando sin tarjeta blanca y visa desde La Habana a Pinar del Río.
Los hechos constituyen un inmoral e ilegal atropello a nuestros derechos, aún en el marco estrechísimo de la propia constitución vigente, demostrándonos esencialmente dos cosas: Que nuestra lucha es necesaria y justa, y que el único argumento que le queda a éste gobierno contra nosotros es el uso de la fuerza bruta y ciega; esa que todos los narcos y contrabandistas millonarios contratan para callar periodistas y fastidiarle la vida a personas incómodas que cuestionan su oscuro y corrompido poder.
Pero con nosotros están jodidos, ni fusilándonos nos harían dejar de luchar por la libertad y el progreso de Cuba.
Ing. Eliecer Avila, presidente Somos+
Posted by: "Comité pro: "Libertad de Presos Políticos Cubanos"