“Nuestras
leyes no son conocidas por todos, en realidad son un secreto del
pequeño grupo de aristócratas que nos gobierna. Estamos convencidos de
que estas leyes se cumplen con rigor, pero no deja de ser algo bastante
penoso que nos dominen leyes que no conocemos”: Franz Kafka, hace casi cien años.
LA HABANA, Cuba, febrero,
www.cubanet.org
.- El hostigamiento de la policía política cubana contra el escritor
Ángel Santiesteban no comenzó luego de la aparición de su blog
Los hijos que nadie quiso
(así se llama el libro de cuentos suyo que mereció el premio Alejo
Carpentier en 2001), sino mucho antes, pero el nacimiento del blog
significó que ese acoso se convirtiera en ensañamiento.
Y no han bastado palizas, ni amenazas de muerte, ni las más
rocambolescas acusaciones, ni un proceso judicial desbordante de
falsedades y procedimientos arbitrarios, ni una inaudita condena a cinco
años de privación de libertad. Nada de eso ha sido suficiente. Los que
manejan desde la oscuridad los hilos de esa conjura han precisado
incluso del más grotesco desparpajo y de un absoluto irrespeto por las
leyes a las que supuestamente se deben. No hay lugar para el imperio de
la ley en el imperio de la contrainteligencia.
Ya llevaba Ángel Santiesteban varias semanas esperando ser llevado a
prisión cuando, el 23 de febrero, volví a encontrarlo en el espacio de
Estado de SATS, donde se efectuaba un encuentro para dar seguimiento a
la
Demanda Ciudadana por otra Cuba. Al final de la concurrida cita conversamos sobre el momento actual de la dilatada historia de su caso.
En diciembre se le había comunicado la sentencia de cinco años de
cárcel. De inmediato su abogado hizo la apelación al Tribunal Supremo,
que con prontitud, ya en enero, la declaró “sin lugar” y no dio
explicación alguna. El letrado pidió entonces una respuesta detallada
porque, cuenta Santiesteban, “el problema es que me sancionaron
ilegalmente porque lo hicieron sobre un acápite que no era el debido,
por una confusión, de manera que la sanción no está de acuerdo con la
ley”.
Además de eso, en los próximos días, él y su abogado harán entrega de
una petición de revisión de la causa: “En la apelación no se podía
hablar más que sobre lo que sucedió en el juicio, solo acerca de la
forma, porque se apela al Tribunal Supremo únicamente si hay una
violación formal, que la hubo. Pero en la revisión de causa se puede
hablar de forma y contenido, se puede ya cuestionar todo. Se le entrega a
tres instancias, entre ellas la Fiscalía y al Tribunal Supremo, que no
están obligadas a acoger la revisión. Es como ellos decidan. Y,
mientras, seguimos esperando una respuesta explicada del Tribunal de por
qué no hay lugar. ¿Cómo van a justificar ellos que se equivocaron en la
sentencia? Declaran que la apelación es «sin lugar» porque no pueden
justificar su error”.
A pesar de todos esos abusos con los que la policía política intenta,
no encerrar a un delincuente peligroso, sino silenciar por completo a
un escritor, a un ciudadano al que considera más peligroso aún,
internacionalmente se ha levantado la voz de prestigiosas organizaciones
y de personas que no aceptan que se cometa de manera impune tal
atropello. Reporteros Sin Fronteras le envió una carta a Raúl Castro
sobre su caso. Freedom House ha expresado su preocupación ante un
castigo de clara índole política. Amnistía Internacional, por su parte,
ha asegurado que, si por fin lo obligan a guardar prisión, incluirán su
nombre en la lista de los que considera prisioneros de conciencia en
nuestro país. Además, el Pen Club de Cuba ha hecho pública una carta en
la que denuncia esta injusticia que se comete contra él. El 22 de
febrero, el Pen Club Internacional hizo circular un documento con
similar propósito. Escritores cubanos residentes en el extranjero, como
Amir Valle y Carlos Espinosa, han recogido muchas firmas o han escrito
textos en solidaridad con Ángel.
Como es natural, entre los escritores dentro de Cuba solo ha recibido
el apoyo de unos pocos, de manera personal y privada, y Ángel
Santiesteban está seguro de que no puede esperar ningún respaldo de los
escritores de su generación, que fueron lastimados y humillados cuando
eran jóvenes y que entonces no se defendieron ni ellos mismos. “¿Ahora
de viejos van a defender a alguien?”, se pregunta. “Aguantaron callados a
que el Dios de la Revolución los perdonara o los necesitara y les diera
cargos y posiciones para cubrirse un poco”. Está convencido de que
“esos que dudan sobre mi situación y dicen que hay ver lo que en
realidad «está pasando ahí», sencillamente tienen miedo y no quieren
aceptar la verdad. Si reconocen que lo que se comete conmigo es una
injusticia, saben que ya se están marcando. Así que mejor dicen algo
vago, que hay que tener cuidado, que no saben”.
Y claro está que él comprende por qué adoptan esa actitud. “Yo pasé
por ahí”, reconoce, “todos pasamos por eso de concentrarse en escribir
la obra de uno y no meterse en problemas”. Y piensa que, sin embargo,
después puede llegarte la urgencia de algo más que esa escritura
solitaria: “Te vas desarrollando, vas evolucionando y al final dices que
eso no es suficiente y que necesitas hablar como ciudadano, no solo
como escritor. Eso lo digo en un post reciente”.
Porque, sí, por suerte, no obstante todo este absurdo purgatorio,
Santiesteban sigue haciendo lo que mejor sabe hacer. “Escribo en el blog
por lo menos un post semanal, y hasta dos o tres. Precisamente hoy 23
se publica en internet
Isla interior, un libro con una selección de posts míos para apoyar este encuentro sobre la
Demanda Ciudadana por Otra Cuba
en Estado de SATS”. También, en los próximos días, saldrá un dossier
con textos —publicados ya o escritos especialmente para eso— de
intelectuales que se han solidarizado conmigo y que luego Amir Valle va a
repartir en Cuba”.
Y no solo el blog. Santiesteban sigue escribiendo, además, muchos
cuentos sobre sus experiencias más recientes, sobre lo que ha vivido en
los últimos tiempos, sobre la disidencia política cubana. De manera que
ya ha acumulado varios libros inéditos, algunas novelas incluso, pero la
novela es un género que necesita un aliento más largo y le resulta más
trabajoso completar la redacción y dar el último acabado. Con los
cuentos se siente mucho más cómodo, porque puede soltarlos a veces de un
único tirón. Sin embargo, lo que más le piden sus editores en el
extranjero son precisamente novelas, no cuentos, ya que este género
tiene menos demanda. Afortunadamente, también pronto saldrá editado en
Praga su libro de cuentos titulado
Zona de silencio. Como está
consciente de que en cualquier momento lo pueden llevar a prisión,
dedica mucho tiempo a escribir, casi desesperadamente. Eso, por otra
parte, lo ayuda mucho a soportar la tensión con que tiene que vivir. Hay
gente que se asombra y le pregunta cómo es que puede estar “tan
tranquilo”. “¿Pero qué voy a hacer?”, se encoge de hombros. “Sigo
haciendo lo mismo de siempre. Me aconsejan que no venga a Estado de
SATS, que me cuide, que eso puede perjudicarme más todavía, pero tengo
que venir aunque sea como hice esta vez. Llegué a casa de Antonio
Rodiles anoche y me quedé a dormir aquí, por si acaso hoy cercaban el
lugar”.
Tienen razón quienes se asombran de que mantenga tal serenidad. Nadie
puede estar seguro de cómo reaccionaría si le tocara la suerte de estar
en su lugar con una condena de cinco años de prisión pendiendo sobre
él. Pero mayor asombro se siente cuando uno se pone a imaginar hasta qué
altura de la pirámide del poder llegan los hilos de este guiñol
político. Todo induce a suponer que las manos que los mueven no están en
ningún nivel judicial, ni siquiera en el Tribunal Supremo o la
Fiscalía. ¿A qué altura se maneja el destino de este escritor si, como
él mismo sospecha, se esperaba a la clausura de la Feria Internacional
del Libro para lanzarlo por fin a la cárcel? ¿Cuál es esa autoridad que
puede determinar y demorar a voluntad ese conteo regresivo? ¿En cuál
alto escalón se halla? Lo que sí puede darse completamente por seguro es
que se encuentra más allá del nivel de las instancias judiciales.
El abogado dijo, cuando anunciaron la condena: “En siete días te
llevan preso. Eso es lo normal. A los siete días: Vaya, se están
demorando, espera diez días. A los diez días: Ya yo no sé, Ángel. Eso es
un muro. Tú tiras una piedra por encima, pero no sabes lo que hay del
lado de allá del muro. Puedes tirar la piedra, pero te será imposible
saber si del otro lado hay agua, si hay tierra, si cayó o no cayó la
piedra, si recogieron la piedra o no, si hay gente, ni quiénes son. Tu
única certeza es que tiraste la piedra. Así que no me preguntes más
sobre tu caso, porque tu caso no es algo legal ni tiene nada que ver con
las leyes. Tú mismo no tienes nada que ver con el Código Penal ni con
ninguna ley”.
O sea, el “no hay lugar” significa que “no hay lugar” para la ley. No
hay ley realmente. Una situación que parece imaginada por Kafka y que
hace recordar otro texto suyo: “Ante la Ley se encuentra un guardián que
protege la puerta de entrada. Un hombre procedente del camp,o se acerca
a él y le pide permiso para acceder a la Ley. Pero el guardián dice que
en ese momento no le puede permitir la entrada”. El hombre aguarda allí
por el resto de su vida y, cuando está a punto de morir, le pregunta al
guardián: “«Todos aspiran a la Ley. ¿Cómo es posible que durante años
solo yo haya solicitado la entrada?» El guardián comprueba que el hombre
ha llegado a su fin y, para que su débil oído pueda percibirlo, le
grita: «Ningún otro podía haber recibido permiso para entrar por esta
puerta, pues esta entrada estaba reservada solo para ti. Yo me voy ahora
y cierro la puerta»”.
Nota: El 25 de febrero, después de haber escrito
este texto, el autor recibió un e-mail de Ángel Santiesteban donde le
informa que ha sido citado para presentarse mañana día 28 en el Tribunal
Supremo para ser enviado a prisión, a cumplir su sentencia de cinco
años
Posted by: "Comité Pro Libertad de Presos Políticos Cubanos"