LA HABANA, Cuba, septiembre,
www.cubanet.org
-Sé que hubieras preferido que mi destino fuese como el de los Cinco
Héroes (pero quizás con mejor suerte), que me declarase un devoto
fidelista –ni siquiera unadepto al socialismo–, y que la brújula de mi
vida fuese el antimperialismo. En su lugar, me consideras un mercenario,
porque me dedico a hacer un periodismo independiente a la prensa del
Estado. Y dices que soy mercenario también, porque estoy “al servicio de
una potencia extranjera.”
Vamos por partes. Un mercenario es un militar extranjero que va a la guerra por
dinero
o por botín. Yo, ni soy militar, ni soy extranjero en Cuba, ni estoy en
una guerra, y mucho menos he matado a cambio de riquezas, o a cambio de
poder. Me dirás entonces que ésta es una “guerra ideológica”, entre dos
visiones del mundo y de la sociedad: el humanismo contra el
imperialismo militar, la solidaridad contra el egoísmo, la frugalidad
contra el consumismo. Pero si hubiera que reducir el conflicto a
términos maniqueos, yo diría que la guerra es entre la tiranía y la
democracia, entre la servidumbre y la libertad.
No existe un sólo sema de la palabra “mercenario”, que se le pueda
aplicar a los activistas de la sociedad civil cubana. Sólo quienes son
incapaces de pensar fuera de los límites cerrados del militarismo,
pueden llamar “mercenarios” a los civiles que defienden sus derechos, y
han renunciado a su papel de soldados y autómatas. El juicio de esa
lógica militar es muy simple: si no eres “mi” soldado, eres el
mercenario de otro. Y quiere ser un insulto, porque el mercenario es un
soldado amoral, que no lucha por “ideales”. O sea, los que están conmigo
luchan por ideales, y los que no están conmigo –que automáticamente son
del “otro bando” – luchan por dinero. Ellos no entienden de ciudadanos,
de civiles, ni de burgueses –que es una forma antigua, de origen
medieval, para decir lo mismo.
Lo que hago es un
trabajo
honesto, a diferencia de los Castro, que han vivido toda su vida de
robar lo ajeno: comenzaron robando las propiedades de las compañías
extranjeras, continuaron con las propiedades de los cubanos, y han
terminado por robarnos una parte de la vida (nuestro tiempo, nuestros
derechos), y la esperanza de un futuro mejor en este pedazo de tierra.
La prueba más convincente, es que se van los jóvenes con
talento; y se quedan los viejos mediocres, los necios, y oportunistas –aferrados, siempre aferrados.
Dices que estoy al servicio de una potencia extranjera (los Estados Unidos) que ha querido siempre destruir a la Revolución.
1) la Revolución se acabó hace muchos años, y lo que queda es un
gobierno retrógrado y extraordinariamente codicioso. Ricardo Lagos le
preguntó a Augusto Pinochet: “¿cómo puede haber un chileno, con tanta
ambición de poder?” Y yo te pregunto mami: ¿cómo pudimos dejar que
hubiese un cubano, con tanta ambición de poder?
2) El gobierno de Estados Unidos no quería destruir a la Revolución.
Quería mantener sus propiedades, y luego, que no se consolidara una
dictadura comunista. Lamentablemente, fracasó en ambos proyectos.
Lamentablemente para ellos, nacionalizaron sus propiedades; y
lamentablemente para nosotros, se instauró una dictadura comunista.
Intentar asesinar a Fidel Castro fue un modo de hacer abortar la
Revolución; pero un líder no hace solo una revolución, como un director
de orquesta no puede tocar una sinfonía.
3) Me pagan por ejercitarme en el derecho humano de la libertad de
expresión, no por hacer trabajo de espionaje, ni por poner bombas, como
las que puso el Movimiento 26 de Julio, que tuvo entre sus
“heroicidades” más sonadas la famosa “noche de las cien bombas” de 1957,
y cuyas banderas flamean orondas en las oficinas del Estado, como si
sus acciones no hubieran costado la vida de inocentes.
4) Yo no estoy al servicio de nadie, ni siquiera de mis lectores. Yo
estoy al servicio de mis ideas, de la verdad, y en lo posible, de mi
corazón. Pero si estuviera al servicio de algo, significaría que mi vida
es útil, que sirve para algo. Y si por fuerza hubiera que ponerse en un
eje marxista de relaciones de clases, yo no serviría como un esclavo a
su amo –a diferencia de la mayoría de los cubanos, a quienes se les ha
inculcado que le deben “todo” a la Revolución– sino como un trabajador… a
otro trabajador. Yo trabajo a cambio de dinero, y ellos trabajan a
cambio de más. Pero sólo quienes han vivido despreocupados del dinero,
porque les ha sobrado para hacer todos sus antojos, pueden condenarlo
hipócritamente, y de paso, condenar (moral y materialmente) a quienes
con tanto esfuerzo lo ganan. La satanización del dinero ha sido la mayor
de todas las hipocresías comunistas, pues los que fingen estar más allá
del dinero, en realidad lo están, porque han vivido robando el de los
otros, y así, se han ocupado más del poder.
Acusan a los periodistas independientes de mercenarios porque dicen
que trabajan por dinero. Pero eso es lo justo, y lo moderno. Trabajar
por miedo, y por comida… solamente los esclavos. Y algo más: los
periodistas honestos se deben a la verdad. El dinero viene después.
5) ¿Te sentirías mejor si trabajara, en vez de para una “potencia
extranjera”, para un diario de El Salvador, o de Jamaica? Seguramente
no; pero es que a los salvadoreños y a los jamaicanos no les importa
Cuba. La razón de que sean los Estados Unidos se debe a que allí reside
la primera comunidad cubana fuera de la Isla. Si esos cubanos hubieran
emigrado para Centroamérica u Oceanía, hoy la terrible potencia
extranjera sería Costa Rica o Nueva Zelandia. Cada cual grita por lo que
le duele, y a muchos cubanos emigrados les duele lo que pasa aquí
–aunque a menudo se vean irritados.
Por otro lado, si estar financiado implica estar al servicio de un
patrocinador –y según tu criterio, estar al servicio implica
necesariamente una dependencia humillante–, ¿cómo explicarías la
independencia de Cuba, cuando estuvo financiada por la Unión Soviética, y
ahora por Venezuela?
Desde que transito por este valle de asamblea cívica, he conocido a
personas íntegras, que serían capaces de morir, con plena convicción (y
no fanatismo), por defender su derecho a la libertad, y de paso, la de
sus prójimos. Difícilmente tú puedas decir lo mismo. Tú conoces a
quienes se dejarían matar por salvar la vida de un hombre, no por salvar
su libertad. Y mientras tú defiendes el derecho espurio de unos
tiranuelos a jugar con los bienes, la vida, y el destino de todos los
cubanos (incluso de los que viven fuera de la Isla), los que yo conozco
defienden su derecho inalienable y dignísimo a ser respetados por su
criterio, y a ser libres.
Lamento que te causen tantas molestias las injusticias que se cometen
en la Base Naval de Guantánamo –deplorables sin dudas–, y que presentan
los documentales y noticias de la televisión como “prisión secreta” y
“centro de tortura”; y sin embargo, veas con beneplácito la desbordada
proliferación de bases militares del otro lado de la cerca (al parecer,
en espera de un “glorioso” y definitivo holocausto), o que veas como
necesarias tantas “prisiones públicas”, en donde son detenidos
arbitrariamente cientos de personas cada mes, simplemente por no acatar
el guión político, o rebelarse pacíficamente. Sientes indignación ajena
por lo que pasa en Guantánamo, ¿y no te da indignación propia lo que
pasa en La Habana, en la cual has vivido la mayor parte de tu vida, y
cuya destrucción te han hecho percibir los martillazos de la ideología
como “obra del imperialismo”, a través del bloqueo?
Quieres que me vaya de Cuba cuanto antes, porque tienes miedo a que
sea devorado por el monstruo que has ayudado a engordar, y porque me ves
huraño e infeliz. Cualquiera de las dos razones, disipa tu sueño de
haber consumado una Patria libre, y venturosa.
Posteado por: "Comité Pro Libertad de Presos Políticos Cubanos